¿Alguna vez escucharon hablar sobre
el alma de los vinos? Yo sí, y estoy firmemente convencido de que ellos también
tienen alma, pero claro está, no todos.
Los vinos con alma son los que a
través de su sabor y de su olor, son capaces de trasladarnos a su lugar de
nacimiento, de llevarnos a conocer su paisaje y la cultura de la que provienen.
Los buenos catadores, al igual
que yo, seguramente se han dado cuenta al degustar un exquisito vino, que
gracias a sus propiedades podemos conocer las características del lugar del que
vienen; el suelo, el clima, la fermentación, las barricas, etc., etc.
Sin lugar a dudas, el excelso sabor de un vino cosechado con
paciencia y sabiduría es el alma misma del vino, por eso la importancia, creo
yo, de saber diferenciar entre los vinos bien elaborados y los que se crean de
manera mecánica.
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